jueves, 17 de septiembre de 2015

La silla vacía

Apuraba su paso por la avenida principal para llegar a la cita. Disculpe. Permiso. José sorteaba a las personas mientras miraba el reloj para saber con cuanto tiempo contaba para llegar al lugar indicado.

-¿Sera aquí? <<pensó>>. Si aquí es Plaza Redonda.

Nuevamente miró su reloj. Había llegado puntual.

Buscó una mesa para dos mientras la mesera le pasaba la carta.
-Un café por favor. -Exclamó
-Expreso o normal - Preguntó la mesera
-Expreso. - Respondió
-Espera a alguien o le retiro los platos?. -Consultó la mesera
- Espero a alguien, confirmó.

Los minutos pasaron como agua entre los dedos. Su mirada se centraba en el vidrio que daba a la calle. Miraba a la gente pasar, los vehículos, las parejas, la vida.

Llegó el café. Pero ella no llegaba.
Ya llegará se decía a si mismo, quizá es un retraso. Quizá se esta poniendo guapa para mi.
30 minutos se pasaron volando. Ningún mensaje, ninguna llamada, ni una señal.
Pagó su café, y se marchó.

La luna se escondía tras una nube para no ver su tristeza. Sin embargo una estrella, lejana pero brillante, le indicaba que levante la cabeza, porque si un día fue malo, un día mejor llegará.

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