Las nubes opacaban lentamente las pocas estrellas visibles en el cielo. Las luces de la ciudad se habían encendido hace un par de horas y el ambiente de fin de semana comenzaba a nacer.
Ahí estaban ellos, Tommy y Gina, caminando por las aún preservadas calles históricas del muelle de San Sebastián.
Cerca de ellos las cristalinas aguas del rìo Tambo eran iluminadas con grandes reflectores de colores y asì convertirlo en un atractivo turìstico en las noches. El rìo atravieza la ciudad de norte a sur para luego morir en el mar a pocos kilómetros de ahì.
Suavemente Tommy agarra de la mano a Gina mientras rìen de aquellas cosas sin sentido que convenzan a vista de todos los transeùntes. En la esquina sureste el viejo vendedor de cigarrillos los queda observando. Se pregunta ¿qué les causa tanta risa en estos momentos de crisis?. El no lo entiende. La vendedora de cuadros del local 84 ubicada en la calle Vieja, bajo la casa color rojo, observa por la ventana a los dòs jòvenes pasar mientras los imagina como parte de su siguiente oleo. Oleo que fue encargado por uno de los màs pudientes empresarios de la ciudad y, al verlos pasar con alegrìa, sin miedos y con una sonrisa comienza a cobrar vida en su mente; los dos caminantes la han hecho soñar despierta.
Ella los ve alejarse, entre risas y de la mano, mientras les agradece por la inspiraciòn: "Caminando sin Temor" se llamarà su óleo; los mostrarà a los dos tomados de la mano, ella con un vestido cafè a la altura de sus muslos y mostrando los hombros y él con una camisa blanca mangas largas y un pantalòn de tela negro, ambos sin zapatos caminando por la orilla del rìo Tambo, sonriendo. Ella mirando el cielo, y el mirando su cielo, es decir, mirándola a ella.
Llegan a un bar, de aquellos que estàn a la moda y la publicidad la encuentras en el internet a toda hora. Se ubican en una mesa que dà frente al rìo. A lo lejos y a la derecha se puede observar la isla Corazòn, reconocible por la luz de un pequeño faro que brilla y se desvanece, brilla y se desvanece, asì, un momento a la vez, durante todos los dìas, durante todas las noches.
Un poco màs cerca, a la izquierda se encuentra el puente que une el norte con el este de la ciudad. El transito es acelerado, se pueden observar las luces de los vehìculos pasar a velocidad por los 4 kilómetros de puente.
Piden un "Saltamontes" para comenzar la velada. Suena en aquel bar "Desde Cuando" de Alejandro Sanz provocando en Gina un suspiro. Tommy solo la observa y sonrìe al verla suspirar. El mesero no entiende la situaciòn, pero sin embargo no pregunta, solo anota la orden y se và.
La gente pasa y pasa y ellos estàn detenidos en el tiempo, en ese pedazo de tierra llamado Tommy y Gina, donde el es el dueño del tiempo, y ella lo detiene con su mirada.
El trago llega y hacen un brindis por ellos. Gina levanta la copa y la bebe lentamente mientras Tommy revuelve un poco el líquido con la sombrilla antes de beberla. Ambos conversan de cosas triviales, del presente y del futuro. De sentimientos antiguos y sentimientos nuevos. De miedos y de como vencerlos. De fútbol y de mùsica. De rock y de una buena salsa de Mark Antony, como la que acababa de sonar y puso a Gina a mover su pie lentamente.
Las horas pasan sin piedad y el bar está por cerrar. La noche ha sido perfecta, pero aun son amigos. El la desea, ella lo desea, pero nadie da el paso.
Retornan caminando cerca de la baranda de seguridad que separa los bares y el rìo. Baranda que a màs de uno ha salvado de caer al agua cuando ha estado bajo los efectos del alcohol. Incluso, me comentò un guardia, alguna vez salvò la vida de una chica que resbalò mientras corrìa en una noche de lluvia.
Tommy abrazò a Gina sin temor, sin embargo ella se rehusò a ser abrazada: "Suèltame" le dijo. El la soltò inmediatamente sin entender lo que sucedìa. Contrariado le pidiò disculpas mientras continuaba caminando sin percatarse que Gina se quedò varios pasos atràs. El se voltea al no sentir el perfume de ella, al hacerlo ella lo toma de la mano y lo besa.
Los dos guardias de uniforme azul marino con gorra del mismo color contemplaban la escena. Tambìen la oficinista que se quedò trabajando hasta tarde en piso 4 del edificio Calisto los observò y renegò.
El beso fue tierno, pero a su vez revelò los verdaderos sentimientos de Gina. Tommy aun permanecía contrariado. "Primero me aleja y ahora me besa" pensò. Sin embargo de sus labios solo brotó un "te quiero" que inmediatamente fue correspondido por un "yo tambièn te quiero, pero sé que te querré màs".
El sonido de un buque que estaba por pasar bajo el puente interrumpiò la escena, ambos se quedaron mirando a los ojos y se sonrieron. El reloj de la catedral que està a dos cuadras de donde ellos estaban marcò las 12 de la noche, el dìa llegaba a su fin, pero una nueva historia para Tommy y Gina se comenzaba a escribir.
Fin.
Tommy y Gina, personajes de la canciòn "Living on a prayer" - Bon Jovi.
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