Bienaventurados aquéllos que han sido perseguidos por causa de la justicia, pues de ellos es el reino de los cielos. Mateo 5:10
Nunca entendí esta frase, sino hasta hoy.
Justicia es dar al que necesita, ayudar al caído, buscar trabajos para brindar fuentes de trabajos a otros.
Justicia es dar de comer al hambriento, beber al sediento, libertad al cautivo.
Justicia es no buscar el beneficio propio, sino el común.
Justicia es quebrar el ego para que otros crezcan.
Justicia es hacer las cosas bien, que los proyectos salgan, que honres a quien debes honrar y "te pongas la camiseta".
Justicia es que los demás sientan apego por ti, no por tu dinero, sino porque siempre tienes algo bueno que decir, por la sonrisa que logras arrancar en un momento de tristeza o simplemente, porque Dios pone esa gracia en tu vida.
Justicia es que siempre tengas una sonrisa en la cara, y aunque las cosas no salgan tengas una alabanza a Dios.
Pero aquello causa molestia a algunas personas, por lo general a las mediocres. Y comienza la persecución.
Siempre aparecerán personas que trataran de menospreciar tu trabajo, buscarán impedir tu prosperidad, robar tu sonrisa, evitar que des, evitar que compartas, evitar que busques el bien común y, por su egoísmo, buscar solo el beneficio de ellos.
Otras personas buscarán culparte de cosas que no has hecho, mancharán tu dignidad e incluso inventarán historias inexistentes.
Los que vivimos bajo la justicia de Dios siempre seremos perseguidos.
Sin embargo, me llena de mucha alegría saber que todo esto provocará que MIO sea el Reino de los Cielos.
Gracias a los que me persiguen yo obtengo un bien mayor. Lo que mis perseguidores no saben es que mientras más me persiguen, más me acercan a Dios y provocan que Su Reino sea mio.
Mateo 16:19
Yo te daré las llaves del reino de los cielos; y lo que ates en la tierra, será atado en los cielos; y lo que desates en la tierra, será desatado en los cielos.