lunes, 16 de julio de 2018

Al filo de la rendición

Me gusta ver la lucha libre desde que tengo 8 años, era un pasatiempo que tenía con mi papá de cada domingo por la noche, en especial, nos gustaba ver los eventos especiales que duraban horas y horas.
Dentro de la lucha libre existe una forma de ganar por vía rendición, consiste en que un luchador aplica una llave que provoca tanto dolor al contrincante que este, al no poder moverse o para evitar la rotura de un hueso, toca tres veces la lona en señal de rendición. Al rendirse, es liberado de la llave, pero ya perdió la pelea.

Existen dos métodos para ser liberado de la llave sin perder la pelea, uno de ellos es revertir la llave, es decir, liberarse de ella; y el otro es tocando la cuerda.

En la vida pasa de forma similar, existen momentos donde estamos en un ring siendo victimas de una de las tantas modalidades de llaves de rendición. A punto de tocar la lona tres veces y perder la batalla. Liberarnos no es una opción fácil, usualmente depende de nuestras fuerzas, pero que ya cada vez se agotan por el afán de resistir el mayor tiempo posible el dolor. Pero está la cuerda.
La cuerda viene a ser Dios, Dios es quien nos da la posibilidad de ser libres de las técnicas que el mundo usa para hacernos rendir y derrotarnos. Las cuerdas en un ring rodean toda la superficie, tal como Dios hace contigo, sin embargo, nos resistimos a estar cerca de ellas por temor a ser embestidos y que otros digan que siempre nos refugiamos ahí.

Hace poco estuve a punto de rendirme, sentía tanta presión sobre mí que no podía más. Luché con todas mis fuerzas para revertir la situación y lo único que hacía era lastimarme más. Es que hay momentos donde revertir una situación ya no depende de nosotros, ya que estamos tan débiles que no podemos ni siquiera respirar con normalidad. Es entonces cuando decides buscar el refugio en Dios, tocar la cuerda que te dará la libertad y te permitirá reincorporarte para volver a luchar.

Dios es el refugio y la fortaleza que necesitas para continuar. Rendirte no es una opción válida, buscar el refugio en Dios es lo mejor.