martes, 7 de febrero de 2017

Del otro lado de la calle.

El clima caluroso de Guayaquil era insoportable. La sensación térmica estaba por los 38°, sol, humedad y la larga caminata por la 9 de octubre tenía su camisa mangas largas blancas impregnada con algo de sudor. En la esquina un vendedor de aguas vociferaba su producto y su precio. El ruido del claxon de los vehículos ante el verde del semáforo aumentaba la tensión del ambiente. Gente caminaba a prisa, unos cuantos se cruzaron la calle por entre los carros.

El seguía caminando hacía la universidad acelerando el paso y evadiendo a las personas mientras caminaba. Miraba constantemente su reloj y el cual indicaba que tenia tan solo 10 minutos para llegar. Se detuvo al llegar a la esquina y mirando el semáforo en verde como si con alguna fuerza mental podría hacer que vaya a rojo de manera inmediata. De repente la vio.

En la esquina del frente, donde inicia la gran plaza vecina a la universidad estaba ella. Su piel blanca, vestido floreado y zapatos tacos de baja altura atravesaron sus pupilas mucho más rápido que la velocidad de la luz y su corazón  palpito fuera de lo normal. -Wow- suspiró -¡Que hermosa!-

El semáforo en verde y el pasar de los carros cortaba su visión de ella. El cabello negro y corto, a la altura de los hombros, se movía con el pasar de cada vehículo. No falto el desadaptado que le envió un beso volado y unos cuantos improperios más. Pero ella ni se inmutó. El sí. Sintió coraje. Deseó en su corazón estar junto a ella y defenderla.

El naranja del semáforo llegó y con el varios pensamientos sobre como llamar su atención: -¿La espero y camino junto con ella?- -¿Le pregunto si la acompaño? -¿Paso de largo y no digo nada?.
Su mente trabajaba más de lo normal. Sus manos comenzaron a tener un pequeño tic nervioso que se demostró con movimientos lentos de los dedos de forma incontrolable. Las pulsaciones del corazón aumentaron mientra sus ojos se desviaron un momento de ella para mirar el semáforo y  asegurarse que aún estaba en naranja. 

-Mejor la acompaño, ¡sí! lo peor que puede pasar es que me rechace. Lo mejor es que desee que la acompañe y la invite a tomar algo- Pensó con rapidez mientras la luz del semáforo pasaba a rojo y los vehículos comenzaron a detenerse antes del paso cebra.

Suspiró lentamente y dio el primer paso fuera de la seguridad de la acera para dirigirse hacia ella.Su corazón seguía latiendo acelerado. Una improvisada seguridad en sí mismo se apoderó de su mente, dio otro paso y vio que ella caminó un paso a su izquierda. 
Una puerta de un aveo rojo se abrió repentinamente mientras el aun estaba en media calle. Ella sonrió de tal manera que sus dientes blancos brillaron junto con ella. Extendió su mano y abrió por completo la puerta y se subió al carro. Mientras el pasaba frente al vehículo pudo ver como aquella chica besaba lentamente los labios del conductor del vehículo quien respondió al beso sonriendo.

Terminó de cruzar la calle y avanzo su camino... En 10 segundos se ilusionó, emocionó y decepcionó del amor. 

Quizá la vida es así... es tan corta que muchas veces dura lo que el semáforo en cambiar de luz. O como la neblina, que en un momento está, pero de repente desaparece sin dejar rastro de que estuvo ahí.
Por tanto, hay que vivir, soñar, ilusionarse, decepcionarse, pero seguir caminando. Nunca sabes cuando la chica que está al otro lado de la calle también se haya fijado en ti... y espere que te le acerques.